lunes, 23 de febrero de 2015

Experimentando con Isomalt

El año pasado Cristina celebró su 17 cumpleaños con una tarta de Dolça Fantasia en forma de montaña nevada, y una figura que la representaba a ella esquiando sobre esa montaña...
Este año su madre quería repetir la sorpresa, pero con la importancia que tienen los 18 años en una sociedad como la nuestra...

Así que empecé a discurrir en cómo volver a usar la temática de la montaña nevada cambiando de estilo...

Quería conseguir una tarta de líneas poco definidas, pero bien elaborado en su conjunto, que diera la sensación salvaje de la montaña nevada pero que a la vez fuera distinguido... Irregular y concreto a la vez... ¿Pensáis que podemos sentirnos satisfechos del resultado?
Vamos por partes...

El bizcocho era de chocolate , relleno en sus capas de crema de mascarpone. No lo cubrí con fondant, ya que quería ese acabado irregular, así que elaboré un punto intermedio entre buttercream y glasa real de vainilla, y lo apliqué indiscriminadamente sin buscar regularidad en las líneas. Y como podéis comprobar, trocitos de hielo de las cumbres de alta montaña...

Para conseguir este hielo estilo "Frozen" estuve experimentando para elaborar un buen "isomalt". Es cierto que ya lo venden pretemplado y preparado, pero me apetecía trabajarlo y conseguirlo yo misma. Así que, después de cuatro intentos probando cómo conseguir un color azul puro y transparente, lo logré... Si tenéis idea de lo dificultoso que es trabajar el azúcar, podréis comprender que estuve bastantes horas en el empeño... ¡Pero aprendí por mí misma muuucho! Así que aquí tenéis un tentador caramelo que se asemeja al hielo...

La tarta en sí estaba llena de simbolismo: Trozos de hielo que también pueden parecer joyas, piedras preciosas, simbolizando el paso de una edad más infantil a una mayoría de edad en la cual se aprecia una mayor sutileza y refinamiento. Y evidentemente, como ve a Cristina su mami: como una joya!! 
Repartimos trocitos minúsculos de caramelo sobre el pastel, los cuales le dieron un efecto realmente encantador...

Tampoco quería una vela convencional... Así que con chocolate blanco fundido dí forma a un 18 y lo cubrí con perlitas y azúcar plateado, siguiendo el simbolismo. De esta manera el 18 se funde con la nieve de la montaña.

Enamorada del resultado global... Y aún más sabiendo que a Cristina y a toda la familia les gustó muchísimo, tanto de sabor como la forma y la estética.
Una de esas tartas que me hubiera gustado tener en mi escaparate unos días para compartirla con todos vosotros... 
¡Hasta la próxima!




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