"Que toda la vida es juego, y los juegos, juegos son..."
¿O no era así?
Bueno, no importa. La sorpresa de hoy sí es un juego, o más bien dicho la posibilidad de jugar a muchas cosas diferentes.
Mi amiga Susi (ella ya fue protagonista de una de nuestras entradas) quería sorprender a un niño muy especial para ella, Lluís. Y pensó que su tarta tenía que ser la Play Station en versión dulce.
La verdad es que éste era un tema nuevo para mí, así que me gustó la idea. Ella quería la reproducción del aparato a tamaño natural, de la base y los dos mandos, lo que me hizo pensar en varias opciones posibles. Estaba claro que la tarta iba a ser la base, pero finalmente decidí hacer también los mandos con bizcocho, en lugar de hacerlos con arroz y nubes o fondant puro. Utilicé la misma masa que uso para los Cakepops, y dí forma a los dos mandos. Trabajo laborioso en el cual tuve que emplear una gran dosis de paciencia.
No escatimé ningún detalle. Ya que lo primordial era que pareciese la PS3, pues me limité a copiar. Puse al lado de mi mesa de trabajo la que tenemos en casa, y a copiar... Todo igualito!
Parece que está a punto de ser conectada, ¿verdad?
Sin embargo, y una vez más, lo verdaderamente valioso de todo esto es el gran cariño que la persona que me encargó la tarta puso en su regalo, y la carita de Lluís cuando la vió. Susi me envió una foto del momento justo de sacar la sorpresa, algo que le agradezco profundamente. Incluso me contó como se arreglaba la cosa para repartir los mandos...
Me pregunto una vez más qué precio tienen estas cosas. Y no tienen precio, no se puede tasar un sentimiento, pero sí sé que tienen un valor incalculable. Es una cadena de cariño dentro de la cual, en ocasiones como ésta, tengo el honor de ser un pequeño eslabón.
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